Una de las mayores ventajas de la energía nuclear - la cual representa aproximadamente el 10% de la producción mundial de electricidad - es que no libera directamente CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera.

Incluso si se analiza su ciclo de vida, teniendo en ponderación las emisiones vinculadas a la extracción del uranio o al hormigón de las centrales, produce muy pocos gases de efecto invernadero. Mucho menos que el gas, el carbón o incluso, sorprendentemente, menos incluso que  la propia energía solar. La energía nuclear progresa en la mayoría de pronósticos y escenarios expuestos por expertos climáticos de la ONU (IPCC). Y puede limitar el calentamiento del planeta Tierra a 1.5° C, para finales del siglo XIX.

 

Energía nuclear gases medioambiente

foto BBVA

 

Así pues el OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) incrementó sus proyecciones por primera vez desde el 2011, donde ocurrió la catástrofe de Fukushima y prevé ahora que la capacidad instalada se duplicará para el año 2050 en el escenario más favorable.

 

La energía nuclear tiene sus opositores

Científicos del IPCC reconocen además, que el futuro despliegue de la energía nuclear puede verse muy limitado por las preferencias de la sociedad actual. En ciertos países, sigue viéndose con mala imagen a causa de los distintos riesgos de catástrofe o el problema de la larga vida radioactiva de los residuos.

En las reuniones de la UE, la división es tanta que intensifica los debates sobre si considerar el sector nuclear como una actividad gratificante para el medio ambiente y el clima.  Alemania tomó la decisión de abandonar progresivamente  esta fuente de energía, sustituyendo sus centrales por renovables variables y gas natural, todo esto debido a la catástrofe que se originó en Fukushima, pero la actual crisis energetica causada por la invasión de Ukrania ha forzado al gobierno alemán a retrasar el cierre de sus dos últimas centrales nucleares: Isar 2 y Neckarwestheim 2.

Tampoco hay unanimidad entre la opinión pública. Naciones de Europa central como República Checa, han tomado la energía nuclear como una fuente de electricidad fiable y relativamente barata, adentrándose en proyectos que dotarán a su país con más centrales nucleares para la generación de electricidad a gran escala.

 

La energía nuclear es la que menos minerales necesita extraer

La energía nuclear es la energía que menos minerales necesita extraer para poder producir una determinada cantidad de electricidad, como explica un reciente informe lanzado por la AIE (Agencia Internacional de la Energía).

Además, según el centro común de investigación (JRC) divulga que “los análisis realizados a esta energía, demuestran que las medidas primordiales para evitar impactos radiológicos debido a la extracción del uranio, la operación de plantas nuclear y los tratamientos de excipientes radioactivos, pueden ejecutarse usando la tecnología existente a costes razonables”.

Además, confirman que “el almacenamiento de dichos excipientes que tengan un alto nivel y larga vida en formaciones geológicas es el medio apropiado y seguro para aislarlos de la biosfera durante escalas de tiempo muy largas”

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Huella de residuos radiactivos y su empobrecida gestión

A pesar de los informes de la AIE y las investigaciones de la JRC sobre las medidas para evitar los impactos radiológicos de los residuos radiactivos, no es mentira que sus costes de almacenamiento y la huella que emite al medio ambiente tampoco pueden ser desdeñados.

La entidad pública española encargada de la gestión, recogida, transporte y almacenamiento de estos residuos peligrosos, Enresa, realizó la memoria anual del 2020. En ella, se expresa que por los residuos de muy baja, baja y media actividad (RBMA), los cuales poseen un periodo de semidesintegración de no más de 30 años, se almacenaron con un volumen total de 2.374,57 m³. De dicha cantidad, 2.277,35 m³ fueron procedentes de centrales nucleares.

Por otra parte, la gestión de los residuos de alta actividad (RAA y RE) - aquellos con un periodo de desintegración muy alto, superando los miles de años - se realiza en España en las piscina propias de las centrales nucleares. Esto hasta que el 7mo Plan General de Residuos Radiactivos (aún en trámite) defina cuáles serán las próximas estrategias. Según el inventario nacional realizado por Enresa, en el 2018, España generó un volumen de 7.500 m³ de residuos RAA y RE.

 

Residuos radiactivos: ¿Una hipoteca para el futuro?

Según la evaluación realizada en el 6to Plan de Gestión de Residuos, y en el informe anual de Enresa de 2020, la conducción de los excipientes producidos por las centrales nucleares supondrá un mega gasto de 15.195 millones de euros desde el 2021 hasta el año 2100, desconociendo el informe que sucederá a partir de dicha fecha. Una parte proviene de la “tasa Enresa”, por la cual los dueños de las centrales pagan por esta gestión. La otra parte de la gestión la pagan todos los consumidores eléctricos a través de sus facturas.

Mediante la ley 54/1997 del Sector Eléctrico, el gobierno español elevó en el año 2019 la tasa en un 19,28%, llegando el pago de la prestación a unos 7,98 euros por cada MWh generado en las plantas nucleares. Cabe destacar que esta tasa no había sido revisada desde el año 2010. La nueva revisión acarreó, unida a otras tasas, que los ingresos netos anuales de Enresa alcanzarán en el 2020 los 468 millones de euros. Todo esto no solo se destina a la gestión de residuos, también al desmantelamiento de instalaciones y asignaciones de presupuestos a los municipios donde se ubican esas centrales.

Adicionalmente, según la memoria de 2020 de Enresa, gran parte de los excipientes fueron exportados a Francia, pagándoles por su acumulación un total de 96 millones de euros pertenecientes a la fianza diaria de 76.618 Euros. Dicho importe alcanzó para el 2021 los 110 millones de euros.

 

Energía nuclear para la transición energética de la UE

Al día de hoy, para el conglomerado de países pertenecientes a la Unión Europea, la energía nuclear provee un 26% de la producción eléctrica. A su vez, se estima que hará falta duplicar la generación de electricidad para los próximos 30 años. Teniendo en cuenta el proceso de transición y la situación actual de los parques centrales nucleares, el comisario europeo del Mercado Interior, Thierry Breton, ha presentado una propuesta.

En ella procura la clasificación del gas natural y la energía nuclear como energías verdes y necesarias para la descarbonización de la economía. Brenton menciona que los expertos pronostican que el peso de la energía nuclear pasaría a menos del 15% para el año 2050.

Sin embargo, debido a la creciente necesidad de electricidad y al exponencial aumento en los años venideros, el comisario insiste en que habrá que incrementar la producción de energía nuclear. Sobre todo, si algunas de las centrales más antiguas van a cerrar en los próximos años.

Por eso, insiste en incluir “la nuclear en la taxonomía para permitir atraer todos los capitales que se necesitará” y prevé una intensa carrera para atraer inversores por parte de las diversas fuentes energéticas. Por último, señala que hacen falta:

  • 65 mil millones de euros anuales para las renovables.
  • 45.000 millones de euros anuales para la infraestructuras de las redes.
  • Una inversión de medio billón de euros en nuevos reactores atómicos de aquí al 2050.

Las desigualdades de criterios entre países, gremios, y organismos sobre la factibilidad económica, social y ambiental que origina la explotación de la energía nuclear para la obtención de electricidad, es indudable son muchos los retos, pricipalmente su seguridad y el tratamiento de sus residuos, pero la actual crisis pone de manifiesto su importancia como paso intermedio para reducir cuanto antes las emisiones de otras fuentes más contaminantes mientras se siguen desarrollando las energias renovables.

 

 

Alejandro Betancourt