En este post, vamos a abordar un aspecto crucial que afecta de manera transversal a la mayoría de países del continente africano: el reto que supone la implantación de sistemas de aprovechamiento de las energías renovables para impulsar un crecimiento sostenible.

En una publicación anterior, ya apuntamos las oportunidades que ofrecían los planes de desarrollo energético desplegados sobre infraestructuras de renovables, o sustentados en gran parte sobre energías limpias, que por ejemplo permitiesen sacar partido al potencial hidroeléctrico de la riqueza pluvial, sin afectar a los ecosistemas y la biodiversidad de unos ríos que son vitales para la supervivencia de millones de personas.

Algo, para lo que vimos que resultaba fundamental adoptar enfoques como el Hydropower by Design, un modelo que se estaba implantando en países como Gabón y Guinea para planificar proyectos de energía hidroeléctrica, y en los que para maximizar la eficiencia energética y minimizar el impacto ambiental se tiene en cuenta cada aspecto, desde  en la propia construcción de las plantas hasta en su funcionamiento operativo.

Si ampliamos el foco, y nos vamos al potencial del conjunto de las renovables, las capacidades del continente para la generación de energía limpia serían inmensas. De hecho, estas se han cifrado en 2.000 GW tan solo en la región del África occidental, de acuerdo a un informe de Abu Dhabi Future Energy Company (Masdar) y PwC Middle East. Este estudio, también resalta que ese caudal energético podría cubrir buena parte de las necesidades de los habitantes del área, donde actualmente habría 220 millones de personas sin acceso a la electricidad, una cifra que se iría a los 600 millones en el conjunto del África subsahariana, según la misma fuente.

 

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Captación de inversiones para el desarrollo de las renovables en África

El problema a la hora de encontrar financiación procede entre otras causas de la existencia de múltiples riesgos, y supone el escollo principal que lastra las oportunidades de desarrollo de las renovables en África, que traigan de la mano también la electrificación en las zonas que lo requieran.

Aunque pese a este complejo contexto están surgiendo ambiciosas iniciativas financieras muy prometedoras, que reúnen capital público y privado así como fondos para el desarrollo de diversas instituciones.

Tal es el caso, por ejemplo, de la anunciada en la primera Cumbre Africana sobre el Clima, celebrada en Nairobi en septiembre de 2023, bajo el impulso del Fondo de Abu Dhabi para el Desarrollo (ADFD), Etihad Credit Insurance (ECI), Masdar y AMEA Power, y que prevé invertir más de 4.000 millones de dólares en coordinación con la plataforma de inversión Africa50,creada por diversos gobiernos africanos y el Banco Africano de Desarrollo.

La iniciativa se enmarca dentro de Etihad 7, un proyecto de desarrollo de Emiratos Árabes que tiene como meta dotar para 2035 a 100 millones de personas repartidas por todo el continente de electricidad obtenida a partir de fuentes renovables. Con esta perspectiva, la previsión sería que ADFD y Etihad Credit Insurance pusiesen la inversión inicial (1.000 millones de ayuda financiera la primera y 500 millones de dólares la segunda en concepto de seguro de créditos), para atraer después a inversores privados.

En esta misma línea, a escala más pequeña, destacan asimismo iniciativas como la de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo (COFIDES, participada tanto por el estado como por diversas entidades bancarias), que han acordado impulsar un Programa de Apoyo a las Energías Renovables en el continente africano junto a la UE, que participaría a través del Fondo Europeo para el Desarrollo Sostenible.

El objetivo del plan es brindar acceso a energías renovables a unas 180.000 personas en el África subsahariana, residentes en zonas rurales o situadas en un área de transición entre el entorno rural y el urbano.

Para ello, se incentivará el despliegue de soluciones de generación mediante renovables de electricidad mini/off grid, esto es a pequeña escala, a través de una red de distribución local autosuficiente y autónoma de la general, la cual abastecería a hogares y empresas de un área determinada.

Para el desarrollo del plan, se prevé movilizar 28 millones del Fondo de Promoción del Desarrollo que gestiona la AECID, y más de 20 millones de cobertura del Fondo Europeo para el Desarrollo Sostenible (FEDS), que vendría de la mano de COFIDES. Cantidades a las que se sumarían 2 millones adicionales de la UE para asistencia técnica.

A esta inversión, se unirían también otros 40 millones de euros suplementarios de inversión privada, para hacer factible el despliegue de los distintos proyectos que contempla el programa.

De este modo, vemos como se trata de reproducir un esquema general de financiación público-privada, que sería similar al que analizamos para las inversiones en infraestrucuras estratégicas, en su caso mediante PPP's o Public-Private Partnership, que dan forma a acuerdos entre gobiernos, organismos y actores privados.

Este tipo de alianza en el ámbito energético parece igualmente fundamental, para tratar de revertir una tendencia tan negativa como que el continente africano solo concentre el 2% de la inversión mundial en renovables, cuando reúne más de 1.400 millones de habitantes, más del 17% de la población del planeta y con proyección ascendente.

Se calcula que el continente para cubrir sus necesidades energéticas de manera sostenible precisaría atraer una inversión de más de 60.000 millones de dólares anuales para 2030, orientados tanto al desarrollo de infraestructura para renovables, como de soluciones para la generación y la distribución de electricidad producida a partir de las energías limpias.

 

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Los retos para poder atraer inversiones para el desarrollo energético

Durante la Cumbre Africana sobre el Clima referida, al margen de anunciarse iniciativas de inversión como la que hemos visto, también se pusieron sobre la mesa los problemas a solventar para poder atraer inversiones en el ámbito energético, particularmente si hablamos de actores privados.

Así, para mitigar los riesgos para los inversores, se hizo hincapié en la necesidad de ofrecer un marco normativo seguro, de eliminar trabas burocráticas, de mejorar la fiabilidad de los servicios públicos locales o del desarrollo de adecuadas infraestructuras logísticas y de transporte, aspectos todos ellos que ya abordamos en el post que dedicamos precisamente al reto de invertir en África.

Pero si bien hay que considerar los desafíos que plantea la inversión en el continente, también cabe valorar que los resultados pueden hacer que merezca mucho la pena, tal y como lo han demostrado las inversiones en el sector financiero de, por ejemplo, BDK Financial Group, para financiar desde grandes proyectos hasta a pequeñas y medianas empresas, e incluso a pequeños emprendedores mediante microcréditos.

Asimismo, el grupo ha apostado por invertir también en capital humano, capacitando y empleado a personal local familiarizado con la idiosincrasia cultural específica de cada zona. Precisamente la atención a esa diversidad supone un aspecto fundamental a la hora de realizar inversiones, ya que África encierra muchas realidades distintas, como explica en el siguiente video Vasco Duarte-Silva, director ejecutivo de BDK Group:

 

Además, BDK está realizado una contribución esencial a la implantación de la banca móvil en África, que es una solución primordial para el desarrollo financiero del continente, dado su papel dinamizador del tejido económico, por no hablar de lo que supone para los habitantes de zonas inseguras o con acceso difícil a servicios bancarios.

Al igual que la inversión en inclusión financiera ha dado sus frutos, otro tanto puede ocurrir con la de las renovables, con la vista puesta en una generación y distribución eléctrica limpia que llegue a todo el continente, para que se pueda cerrar también la brecha energética con respecto a los países más desarrollados.

 

ALEJANDRO BETANCOURT